EL CRASH DE 1929 – JOHN KENNETH GALBRAITH

el crash de 1929 john kenneth galbraithJohn Kenneth Galbraith (1908 – 2006) fue un economista canadiense y profesor en Harvard. Su análisis se basó en la economía política en la sociedad, dando un papel principal a las instituciones.

En los años previos a 1929, el capitalismo norteamericano pasaba por una fase muy vigorosa. Los negocios eran prósperos, se obtenían plusvalías… Se creía que el alza de las acciones ordinarias era provocado por incrementos en los beneficios de las sociedades. Podemos considerar la idea de una ley de compensación, unos buenos años seguidos de otros años malos. El auge de la especulación sobre los terrenos en Florida debería de haber sido un buen indicador de las rápidas ganas de enriquecerse de la clase media norteamericana.

Muchas personas y compañías con capacidad comenzaron a formar ‘trusts’ para la gestión de activos en el mercado de valores debido a las ventajas que se podían obtener de ellas. Un trust es una forma jurídica que normalmente muchos bancos de inversión adoptan para gestionar el ahorro de muchas personas y que mueven ingentes cantidades de dinero en los mercados financieros, como principal objetivo de que el público pueda llegar a ser propietario de compañías por intermedio suyo. Los trust ganaron importancia: «durante los primeros meses de 1929, los préstamos procedentes de fuentes no bancarias  eran aproximadamente iguales a los bancarios«. El ‘mecanismo de la palanca’ incentivo el crecimiento de las trusts. El papel de la palanca lo desempeñaba la emisión de obligaciones, acciones preferentes y acciones ordinarias, lo cual permitía, adquirir una cartera de acciones ordinarias. Cuando estás aumentaban (se daba por hecho) y no se alteraba la cotización de las obligaciones y acciones preferentes (ya que estas tenían valor fijado de antemano), la ganancia obtenida a consecuencia de un aumento de la cartera se concentraba en las acciones ordinarias. Gracias a la combinación de estos activos la rentabilidad de los trusts aumentaba enormemente. Si además los títulos ordinarios del trust fuesen a su vez detentados por otro trust con otra palanca semejante, el porcentaje de crecimiento del beneficio aumentaría muy considerablemente. Continuaba así el ciclo con más y más trusts. Quién ponía en marcha un trust conservaba un paquete de acciones ordinarias, imagínense los beneficios que se obtenían con el ‘mecanismo de la palanca’. «El descubrimiento de las maravillosas posibilidades ocultas en las progresiones geométricas sacudió a Wall Street…«.

La maquinaria de Wall Street funcionaba de la siguiente manera: los bancos, que podían pedir crédito a la Reserva Federal al 5% con intención de prestarlos al 12%, suministraban fondos a los agentes de cambio, y estos a los clientes (inversores / especuladores), las garantías de pago (fianza: cantidad de dinero al contado que el inversor / especulador debe suministrar a su agente de cambio para proteger el préstamo contra posibles pérdidas, donde podría pedirse aumentos si en el futuro el valor de los títulos disminuyen.) volvían a los bancos. «El objetivo es poner cómodo al especulador y facilitar la especulación«. El volumen de préstamos (aumentando continuamente) era un buen indicador del volumen de especulación. Este tipo de inversión con fianza parece seguro, ya que en un primer momento se puede recuperar el dinero vendiendo las acciones.

La especulación requiere un profundo sentimiento de confianza. Algunas personas ilustres de la época como Irving Fisher profesor en Yale University y la Harvard Economic Society, realizaban comentarios sobre el buen funcionamiento de la economía y de la esperanza de más aumentos de las cotizaciones bursátiles. Se creía que con sólo afirmar que la prosperidad continuará, ya se garantiza efectivamente que continuará. De está manera infundían confianza en los mercados bursátiles alimentando más y más la especulación.

Con omisión de la situación interna del país norteamericano, John Kenneth destaca como causante principal de la especulación que se produjo a «el ex-ministro de Hacienda Winston Churchill. Él fue quien, en 1925, restauró en Gran Bretaña el patrón oro y decidió la super-revalorización de la libra. Por consiguiente, era el responsable de lo que obligó a Montagu Norman a dirigirse a Nueva York en solicitud de dinero barato, lo cual motivó fatalmente la expansión del crédito«.

Para muchos historiadores, el jueves (o jueves negro) 24 de Octubre de 1929 fue le primer día de pánico. Cuando los precios dejaron de aumentar, debido a que los compradores ya no intuyeron posibles beneficios en la compra de acciones, por lo que faltaban compradores, todo el mundo quiso vender. Por lo que el mercado se derrumbó estrepitosamente. El fenómeno se redujo a las primeras horas de la mañana. A partir de este día comenzó la brusca continuada caída de las cotizaciones. La palanca funcionaba ahora en sentido contrario. Los inversores / especuladores eran llamados a responder ante los agentes de cambios para aumentar las fianzas debido a la continua disminución del valor de los títulos. Los mayores damnificados serían en un primer momento los trusts, se deshincharon rápidamente, sobre todo el día 29 que fue el «día más devastador en la historia de la Bolsa de Nueva York«. Ya con una situación de desesperación, el presidente Whitney de la Stock Clearing Corporation confirmó que la bolsa seguiría abierta aunque se realizarían algunas sesiones de corta duración. Muchas personas acorraladas por los requerimientos de garantías que se les exigían vendían valores solventes (Blue Chips) ya que los valores de las trusts eran invendibles de este modo intentaban salvar algo del naufragio. Esto produjo la Ley de Gresham: los títulos malos expulsan y eliminan los buenos.

Tras el estallido y la alarma social que había tras los peores días en el parqué de Wall Street, el presidente Herbert Clark Hoover infundió todavía más confianza en que ya había pasado la peor situación. Su decisión fue un laissez-faire (dejen hacer), donde puso en marcha las ‘reuniones para no hablar de nada’. De cara al público transmitía una confianza de que en el gobierno se estaban tomando medidas para restablecer el orden. Personajes ilustres también mostraban su confianza como John Rockefeller: «En la creencia de que la situación básica del país es fundamentalmente saludable… mi hijo y yo hemos estado comprando durante algunos días acciones ordinarias solventes«.

El crash redujo considerablemente la fortuna de muchos norteamericanos, comenzando por los más pudientes hasta los más pobres. Los oráculos universitarios tuvieron que apartarse durante un tiempo debido a sus fallidas predicciones. I. Fisher intentó explicar sus comentarios previos antes de la crisis en un libro titulado ‘The Stock Market Cash… and after’. Goldman, Sachs and Company volvió a realizar su banca tradicional más prudente y con un austero conservadurismo. El gobierno estadounidense instauró una Ley sobre Títulos y Valores de 1933 y la Ley de Contratación de Títulos y Valores de 1934, estas leyes imponían nuevas condiciones a favor de una mayor regulación en el mercado de valores que evitara futuras especulaciones. Se diferenció entre bancos comerciales y banca de inversión, se dividía el negocio bancario. Se creó la Comisión de Valores y Bolsa para regular y mantener cierto control sobre el parqué.

El desastre se debe según J. Kenneth sobre cinco debilidades del sistema: 1 La pésima distribución de la renta. 2 La muy deficiente estructura de las sociedades anónimas (la actividad económica fue dirigida por ineptos). 3 La pésima estructura bancaria (provocó efecto dominó: las quiebras de los bancos pueden convertirse rápidamente en un mal epidémico). 4 La dudosa situación de la balanza de pagos. 5 Los míseros conocimientos de economía de la época.

«El tópico de que en 1929 todo el mundo ‘jugaba a la bolsa’ no es ni mucho menos literalmente verdad… …Lo espectacular no fue la masa de participantes, sino como la especulación se convirtió en el centro de la cultura de un país«.


LECTURA 1. 19 JUNIO 2016. Editorial Ariel.
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