LO QUE SE VE Y LO QUE NO SE VE – FRÉDÉRIC BASTIAT

That Which Is Seen, and That Which Is Not Seen es un corto tratado del filósofo francés Frédéric Bastiat (1801, Francia – 1850, Italia). Es considerado como un divulgador y figura primaria del liberalismo. Este tratado está dividido en doce lacónicos capítulos. La introducción comienza así: «En la economía, un acto, un hábito, una institución, una ley, no dan solo un efecto, sino una serie de efectos. De estos efectos, el primero solo es inmediato; se manifiesta simultáneamente con su causa: se ve. Los otros se desarrollan sucesivamente; no se les ve«.

I. La ventana rota. Supongamos la ventana rota de un comercio, por cualquier motivo esta ha sido rota. El dueño de la tienda debe reparar la ventana, por ende llamará a un cristalero. El efecto visible de esto, es que es bueno para la economía, el dinero está circulando. Lo que no se ve aquí es la mala asignación que esa reparación ha tenido sobre el conjunto de la sociedad. En vez de pagar por la destrucción de la ventana, el dueño podría haber comprado unos zapatos, pagando al zapatero; nuevos muebles, pagando al carpintero… Lo que se ha conseguido no es incrementar la producción de la sociedad a base de una destrucción, si no el no favorecer la libertad de elección del dueño de gastar su dinero a su libre albedrío. «La sociedad pierde el valor de las cosas que se destruyen usualmente. … Romper, estropear, desperdiciar, no es alentar el trabajo nacional; o, más brevemente, ‘la destrucción no es ganancia’«.

II. La disolución de las tropas. Bastiat ofrece una visión sin entrar a juzgar el papel que tienen los ejércitos en la defensa de un país. Cuando se piensa en gasto público y como ahorrarlo, se debe tener en cuenta a la nación como conjunto y no solo a los primeros afectados de dichas medidas. Imaginemos que tenemos militares, si el gobierno decide deshacerse de ellos para aliviar el gasto público, estos soldados tendrán que trabajar en otros mercados. La pregunta a realizarse es que aportan a los contribuyentes (sociedad) en cada tarea. Cuando un contribuyente entrega su dinero a un soldado a cambio de su trabajo, o a un trabajador a cambio de algún bien o servicio, todas las consecuencias finales de la circulación de este dinero son las mismas en los dos casos; solo en el segundo caso, el contribuyente recibe algo a cambio; en el primero, no recibe nada (asumamos que no estamos en guerra). El resultado es una pérdida para la nación. Lo que se obtiene de esto, es que los recursos públicos deben alocarse al bien general y no quedarse solo con los beneficios para el pequeño grupo al que van destinados.

También rebate el pensamiento sobre el gasto que ya no pueden hacer los soldados con el salario que ya no perciben. Lo que no se ve aquí, es que el salario de estos soldados, pagados con impuestos del contribuyente, ahora estará en manos de los contribuyentes que tendrán más capacidad de compra, pero la demanda conjunta de la nación se verá inalterada. El dinero ha pasado de unas manos a otras, pero no ha habido una disminución de demanda global aunque lo parezca porque los soldados ya no disponen de su salario, solo una reorganización de la misma. Estos soldados ahora desempleados buscarán trabajos en los sectores en los que los contribuyentes decidan gastar ese dinero.

III. Impuestos. «No hay mejor inversión que los impuestos. Solo vea cuántas familias mantiene y considere cómo reacciona la industria; es una corriente inagotable, es la vida misma. … Pero las desventajas para los contribuyentes son aquellas que no se ven«. La cuestión para Bastiat reside en la utilidad que se le pueda dar a los impuestos y los beneficios que puedan obtener los contribuyentes que son las personas que pagan.

IV. Teatros y bellas artes. Bastiat se pregunta donde está el límite que separa el apoyar o no las artes o cualquier otra actividad. La cuestión es como medimos cuales son las actividades que los ciudadanos piensan que deben ser satisfechas. Además, recalca que los teatros que prosperan son aquellos que dependen de sus propios recursos. Lejos de contener la absurda idea de acabar con la religión, la educación, la propiedad, el trabajo y las artes, dice que el Estado debe proteger el libre desarrollo de todo este tipo de actividad humana, sin ayudar a algunos de ellos a expensas de otros. Bastiat critica la siguiente afirmación: <«Los gastos públicos apoyan a la clase trabajadora»> ya que disfraza el hecho importante de que los gastos públicos siempre reemplazan a los privados y, por lo tanto, le damos un medio de vida a un trabajador en lugar de otro, pero no agregamos nada de valor sobre la clase trabajadora en su conjunto.

V. Trabajos públicos. Bastiat comenta que el trabajo público es como una moneda con dos caras: «Sobre una está grabada el trabajo del trabajador público, lo que se ve; en el otro lado está la de un trabajador sin trabajo, lo que no se ve«. Cuando un ferrocarril o puente son de utilidad real, es suficiente mencionar esta utilidad. Pero si no existe dicha utilidad, Bastiat piensa en que no se debe recurrir a esta mistificación: debemos encontrar trabajo para los trabajadores. Además, añade que un procedimiento que consiste en hacer que los ciudadanos cooperen para dar dinero pero no trabajo, conlleva el mismo efecto que el anteriormente mencionado. Como medida temporal, en cualquier emergencia, esta interferencia puede tener su uso. No agrega nada, ni a la mano de obra ni a los salarios, pero requiere mano de obra y salarios de los tiempos ordinarios para darles, con pérdida, en tiempos de dificultad. Como una medida permanente y sistemática, no es otra cosa que una mistificación ruinosa, que muestra un poco de trabajo que se ve, y soporta una gran cantidad de trabajo prevenido que no se ve.

VI. Intermediarios. El comercio está liderado por sus propios intereses para estudiar las estaciones, dar declaraciones diarias del estado de los cultivos, recibir información de todas partes del mundo, prever deseos y tomar precauciones de antemano. Además, es su interés inmediato comprar al precio más bajo posible, economizar en todos los detalles de sus operaciones y lograr los mejores resultados con los esfuerzos más pequeños. Dirigido por la comparación de precios, distribuye alimentos en toda la superficie del país, comenzando siempre al precio más alto, es decir, donde la demanda es mayor. De esta comenta: «Es imposible imaginar una organización más completamente calculada para satisfacer el interés de los necesitados, y la belleza de esta organización, sin ser percibida por los socialistas, resulta del hecho de que es gratuita«.

VII. Restricciones. El problema con el proteccionismo, poniendo aranceles o restricciones al precio de venta de productos extranjeros es que ocasionan un aumento del beneficio para el empresario local y sus trabajadores relacionados con dicho arancel, ahora ellos pueden gastar más en otros bienes, y la actividad en el país supuestamente debe aumentar. Pero también hay consecuencias que no son vistas tan fácilmente. Los ciudadanos del país que compren a este empresario habrán de pagar más por dicho bien. Por lo que el beneficio de los primeros recae sobre la perdida de los segundos.  «Por lo tanto, lo que no se ve reemplaza a lo que se ve, y en este punto queda, como residuo de la operación, una injusticia y, digamos, ¡Una injusticia perpetrada por la ley!«. Pero también existe un tercer participante que sufre el arancel, la segunda persona al pagar más por el producto, ahora dispone de menos dinero para comprar otros, por lo que el bien que la segunda persona podría comprar a una tercera persona, no se realizará.

VIII. Maquinaria. «¡Maldición sobre las máquinas! Cada año, su creciente poder dedica a millones de trabajadores al pauperismo, privándolos del trabajo y, por lo tanto, de los salarios y el pan. ¡Maldición sobre las máquinas!«. Bastiat comenta que este es el grito que se levanta por prejuicios vulgares, y se hace eco en los medios. Lo que se ve es la pérdida de trabajadores que ahora quedan desempleados, y a su vez, gracias al progreso tecnológico el empresario ha podido obtener un mayor margen de beneficios. Desde esta perspectiva se puede obtener la siguiente afirmación que cita Bastiat en el libro: <«Vea cómo la miseria asiste a la civilización; así es como la libertad es fatal para la igualdad. La mente humana ha hecho una conquista, e inmediatamente un trabajador es arrojado al abismo del pauperismo. Es posible que el empresario emplee a trabajadores, pero luego les dará solo la mitad de su salario porque competirán entre sí y se ofrecerán al precio más bajo. Así, los ricos siempre se están volviendo más ricos y los pobres, más pobres«>. Pero para considerar la situación en su conjunto, debemos de observar la parte que no es vista. Esta persona desempleada se incorporará al mercado produciendo el mismo bien que el empresario está produciendo, en parte por los altos beneficios que generará producir dicho producto. En virtud de esta nueva competencia, el primer empresario tendrá que reducir el precio del bien y con ello su beneficio, debido a la incorporación de nueva oferta para su producto llevada a cabo por el segundo nuevo empresario. La sociedad se beneficia comprando el producto más barato, por lo que los ahorros (beneficios) nunca tienen lugar a expensas de la mano de obra y las mercancías.

IX. Crédito. «El dinero solo aparece en aras de facilitar los acuerdos entre las partes«. Bastiat critica la gestión del Estado a la hora de dar crédito o gestionarlo. Comenta que lo que se puede considerar como un aumento de los préstamos, no es más que un desplazamiento. Y que tras esta actuación gubernamental se cometen dos injusticias. La primera reside en la ineficiencia del reparto crediticio sobre los demandantes. La segunda, sobre el Estado como avalador de pagos, incurriendo indirectamente sobre los ciudadanos (contribuyentes). Finalmente comenta: «Gracias a la intervención del Estado, se prestará más de lo que hay que prestar. … La ley no debe favorecer, artificialmente, el poder de los préstamos, pero no digo que no deba restringirlos artificialmente«.

X. Algeria. El problema expuesto por Bastiat aquí hace referencia al gasto de un gobierno en ayudar al progreso de su colonia con el fin de aumentar el comercio de la nación. Para Bastiat esto tiene sentido si solo vemos a donde va a parar ese gasto público, pero no lo tendría si tenemos en cuenta de donde proviene. Es decir, no se está creando un dinero extra para dárselo a la colonia, se está desplazando una parte del dinero presupuestario del Estado para llevar a cabo este plan en detrimento de posibles implicaciones que ese dinero pudiera tener sobre el interior de las fronteras. El ciudadano que es el que contribuye al saldo público, es el que debe de beneficiarse directamente de dichas mejoras.

XI. Frugalidad y lujo. «Ahorrar es gastar«. Con ello quiere explicar que el ahorro también genera beneficios para la sociedad y no solo el gastar toda la renta genera un aumento del bienestar de la nación. La persona que ahorra tiene la intención de aumentar su capital y sus ingresos, en consecuencia, este dinero, en lugar de ser empleado para su propia satisfacción personal, se utiliza para comprar tierras, casas… o se pone en manos de un comerciante o un banquero. Siguiendo el progreso de este dinero en cualquiera de estos casos, ya sea a través de comerciantes o prestamistas, se está alentando el trabajo y el beneficio de la sociedad en su conjunto.

XII. Tener derecho a trabajar, tener derecho a ganancias. En este corto capítulo critica el trabajo público que genera el Estado por el mero hecho de satisfacer el derecho a tener un trabajo. Lo que no se analiza es que dos trabajos no pueden salir de un mismo saco, y que el trabajo proporcionado por el gobierno se realiza a expensas del trabajo de cualquier otra persona.

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